En algún sitio he leído que esta novela de Natsume Soseki es para la literatura japonesa como El Quijote para la nuestra. No sé si esto es así, pero sí que me parece que es una novela atemporal, que puede leerse un siglo después de haber sido escrita sin ningún problema.
Tampoco es el tipo de novelas que suelo leer, pero he disfrutado con ella. Es una literatura que en su aparente simplicidad encierra ideas mucho más profundas y que te hace reflexionar. Es verdad que hay cosas que no se entienden mucho si no comprendes la cultura japonesa y cómo se enfrentan a las situaciones. Pero en el fondo los sentimientos son similares en todas partes, y no cabe duda de que están ahí.
Una novela para leer despacio, sin prisa, y saboreándola.
Sinopsis