domingo, 31 de julio de 2016

La niña perdida (Elena Ferrante)

Como ya dije la semana pasada, la tercera entrega de esta saga de Elena Ferrante te deja deseando leer el desenlace, así que para qué esperar más.
En esta última novela acompañamos a las protagonistas hasta su vejez y nos enteramos de las cosas que han ido quedando pendientes a lo largo de las novelas anteriores.
Además las dos amigas vuelven a unirse, entre otras cosas por la maternidad y por el sufrimiento. Los hijos también tienen un papel protagonista.
No falta ninguno de los temas de las novelas anteriore, para cerrar la historia.
Una historia sencilla y compleja a la vez, cuya lectura ha sido un placer.
De esas en las que te da pena que termine, pues de algún modo te has metido en la vida de los personajes o los personajes se han metido en tu vida.

Sinopsis
Lina y Elena son ahora adultas y han tomado caminos distintos: Elena dejó Nápoles para casarse y convertirse en una escritora de éxito en Milán. Sólo un amor de juventud que vuelve a florecer la devolverá a Nápoles, donde la espera Lina, que ahora es madre y además ha triunfado muy a su manera en el negocio local. Elena es la señora culta, Lina es en apariencia la mujer de barrio ignorante y poco dispuesta al refinamiento, pero la inteligencia pura y la intuición están del lado de Lina.
Los hechos se precipitan cuando un buen día de repente, la hija de Lina desaparece: ¿asesinato, rapto, muerte? Nadie sabe, y el barrio murmura. Desde entonces, Lina ya no es la misma y la locura acecha. Todo -los hombres, las mujeres, el paisaje, la ciudad entera de Nápoles- se convierten en testigos del duelo de una madre que no sabe llorar y un buen día también desaparecerá, devolviendo al lector a las primeras páginas de esta espléndida saga.
Inteligencia, emoción contenida, escritura que se pliega a los acontecimientos y se ajusta como un guante a la trama: todo está en estas páginas donde se ha ido cosiendo una de las obras más brillantes del siglo XXI.

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