domingo, 27 de febrero de 2011

La lluvia antes de caer (Jonathan Coe)

No había leído nada de Jonathan Coe hasta este libro, que tenía pendiente depués de haber visto algunas reseñas interesantes. Y no me ha decepcionado, aunque no sabría muy bien explicar el motivo.
El planteamiento es original, pues cuenta la historia de una familia mediante la descripción de unas fotografías que una anciana deja en herencia a una niña ciega casi desconocida. Las descripciones son minuciosas y consiguen meternos en las fotos (casi como si fuera una película) y en el ambiente de la época; la historia se va desarrollando poco a poco a través de los recuerdos que evocan las fotos, pero no se pierde el hilo en ningún momento.
No falta ningún ingrediente en este tipo de historias: amores, desamores, ternura, crueldad... La vida misma. Eso sí, con personajes femeninos casi exclusivamente.
Una novela de sentimientos con un título interesante, pues ¿qué es la lluvia antes de caer? La lluvia antes de caer no existe, ya que tiene que caer para que sea lluvia.
Y una frase que me ha gustado y que dejo para reflexionar:
"Porque no hace falta que algo sea de verdad para hacerte feliz, ¿no?"

Sinopsis

Rosamond ha muerto. Tenía setenta y tres años, sufría del corazón y se había negado a operarse; su médica, que en los últimos tiempos la visitaba casi cada día en su pequeña casa solitaria en el remoto Oxfordshire, la encontró sentada en su silla y dura como una tabla. Tras el entierro, el testamento. Rosamond nunca se casó ni tuvo hijos, la amiga -o amante- que vivió con ella largos años ya ha muerto, y su herencia deberá repartirse a partes iguales entre tres herederos: dos tercios para Gill y David, los hijos de su hermana, el otro para Imogen, una desconocida. O casi desconocida, porque Gill recuerda que la vio una vez, hace más de veinte años, en una reunión familiar. Era una niña rubia y ciega de siete años, extraña y encantadora, que sedujo a todos los invitados.
Pero cuando Gill va a casa de la muerta, encuentra otro legado: varias cintas de cassette que Rosamond ha grabado antes de morir -o de suicidarse- y una nota donde le dice a Gill que las cintas son para Imogen, y si no la encuentra, que las escuche ella. Y meses más tarde, tras buscar sin éxito a la elusiva joven, Gill y sus dos hijas vuelven a oir la voz de Rosamond en esa grabación destinada a una ciega, en la que, apoyándose en la minuciosa descripción de veinte fotografías ordenadas como un puzzle fantasmal, cuenta una historia de madres e hijas que va desde los años cuarenta hasta el presente, tres generaciones de mujeres ligadas por el deseo, la culpa, la crueldad, la ambivalencia de sus afectos...


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