Hacía mucho tiempo que no leía una novela de Eduardo Mendoza y de algún modo tenía ganas de reencontrarme con él.
Este libro me ha divertido mucho. Consigue que parezca que una novela actual está ambientada en el siglo pasado (estos peculiares espías no tienen ni móviles, ni dispositivos tecnológicos, se comunican a través de una emisora nocturna...). La trama es lo de menos, lo interesante es la forma en que está escrita.
Es puro surrealismo que te saca la sonrisa en cualquier momento. Y sin olvidarnos de sus nombres, que son puro esperpento.
Además utiliza palabras que casi están en desuso, algo que merece la pena tener en cuenta y que resulta un aliciente añadido.
He disfrutado leyéndola, es casi como leer un tebeo de los que leíamos de niños.
Sinopsis